Reflexión sobre el impacto medioambiental y social del consumo de tecnología
¡Buenas tardes a todos!
Os vengo a presentar un tema que nos concierne a todos, del cual no tenemos conciencia y me gustaría que se plasmase en esta entrada. Como tarea, el profesor nos propuso realizar una reflexión acerca del impacto medioambiental y social del consumo de tecnología en nuestros días y cómo afecta esto a la hora de emplear las TIC en nuestra vida cotidiana y/o en el ámbito educativo.
Esta actividad, aparte de ayudarnos a darnos cuenta a nosotros de la realidad que no vemos acerca de las nuevas tecnologías, nos sirve para concienciar a los niños de lo que está ocurriendo realmente detrás de cada móvil, cada tablet... Así, en un futuro, podremos conseguir que nuestro entorno mejore respecto al uso de las TIC en todos los ámbitos.
Primero, vamos a tratar la obsolescencia programada. Hoy en día las TIC son un tema muy concurrido en nuestra sociedad, la mayoría de la población no puede estar más de una hora sin mirar el móvil, aunque sea para ver si tiene alguna notificación. En los países desarrollados, tendemos a usar con más frecuencia objetos, como ordenadores o móviles, de última generación, siempre queremos obtener lo más nuevo del mercado y cambiamos nuestros “obsoletos” objetos por uno mejor, pero esto acarrea grandes problemas al medio ambiente y a la sociedad.

La obsolescencia programada tiene su origen en la creación de una bombilla, consensuado por las empresas, para que durase menos tiempo, para así vender más. Esta obsolescencia aparece en nuestros aparatos electrónicos por medio de un “chip” programado para que tenga una vida determinada. Un claro ejemplo es la mencionada bombilla, la cual se hizo reducir su vida a 1000 horas de uso. Esto conlleva un consumismo compulsivo, una necesidad de renovar ese objeto obsoleto.
Las empresas se dieron cuenta de que creando algo que no se estropeaba, perdían dinero, ya que la gente no iba a comprar una mejora o el mismo producto, por lo que redujeron la vida de los objetos. El problema es que dichas empresas son las que lo controlan y nosotros sólo podemos remediarlo comprando objetos que respeten el medio ambiente, como los aparatos que estén hechos por “Energy Star”. Esto nos puede ocurrir en nuestra profesión, ya que el material digital que tenemos en las escuelas, concretamente en el aula Althia, tiende a estar obsoleto y el uso de dicha aula disminuye. Debemos concienciar a nuestros niños que cuiden bien de sus aparatos electrónicos, que renovarlos y no alargar su vida provoca un desorden en el medioambiente, creando montañas de aparatos electrónicos inservibles.
En segundo lugar, vamos a tratar la problemática del coltán. Según Rubio Hancock (2016), miramos el móvil unas 110 ocasiones al día y no podemos pasar más de 60 minutos sin mirarlo, pero ¿sabemos realmente de dónde viene el material del que están hecho nuestros smartphones o aparatos electrónicos?
En el vídeo “En tierra hostil: Las minas de coltán” y “En tierra hostil: El coltán en El Congo” se muestra la llamada ‘brecha digital’, esto se define según Martínez (2008) como “…la separación que existe entre las personas que utilizan las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) como una parte rutinaria de su vida diaria y aquellas que no tienen acceso a las mismas y que, aunque las tengan, no saben cómo utilizarlas.” Estos países tercermundistas terminan siendo los “vertederos” digitales de miles de aparatos electrónicos, mandados por los países desarrollados como excusa de aplacar la brecha digital.
La realidad que presentan estos países es que los países desarrollados mandan estos restos y de ahí nacen los materiales con los que se fabrican esos aparatos tecnológicos. ¿Es una realidad justa? ¿Merecen que les mandemos desechos, cuando ellos nos dan los materiales para que usemos nuestros “juguetitos”?
Un claro ejemplo de esta cruda realidad y del lado oscuro de las tecnologías se ve reflejada en El Congo. En este país se obtiene el 80% de suministros de coltán en la tierra, la composición de este material es de columbita y tantalita; convirtiéndose en la base fundamental de las placas de todos los aparatos electrónicos que tenemos. Pero, ¿a qué precio? Este país tiene unas condiciones inhumanas que ni la ONU puede modificar. Está en pleno conflicto de intereses entre el Estado y los países fronterizos, esto provoca la exportación ilegal de este material, salarios poco dignos, etcétera.
Por un segundo, deberíamos pararnos a pensar en las consecuencias que acarrea nuestro sistema de consumo. Por una parte, estamos dañando nuestro medio ambiente, creando “vertederos” con los desechos de nuestros aparatos electrónicos, a la vez que estamos dañando la sociedad con el uso excesivo de estos aparatos. La solución a este problema no es fácil.
Esperemos que os haya gustado la entrada, ¡hasta luego ScienceTICficos!
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